Auschwitz-Birkenau

Andar por las calles del campo de concentración de Auschwitz es una de las cosas más sobrecogedoras que he hecho. Si el día además es lluvioso como el de hoy y todo está lleno de barro, al final no puedes evitar imaginar lo que era aquello un día como el de hoy hace 72 años, cuando el campo estaba en funcionamiento. Por muchas veces que lo hayas visto en fotos, cruzar el arco con la leyenda “Arbeit macht frei” (el trabajo os hará libres) es adentrarte en un mundo de terror que no puedes explicar como unos seres humanos como tú fueron capaces de crear. Mientras recorres los barracones viendo fotos mientras el guía te cuenta historias, tú cabeza no deja de dar vueltas a lo que pasó la pobre gente que fue exterminada allí. Cuando ves las literas amontonadas o las inmundos letrinas donde tenían que hacer sus necesidades te niegas a pensar que todo eso fuera real. Pero realmente sabes que estás viendo algo que existió y que es una vergüenza para cualquiera que se considere un ser humano.

 Vas a Birkenau y te colocas sobre las vías por donde entraban los trenes llenos de judíos hasta el centro mismo del campo. Hasta las puertas de las cámaras de gas. Porque allí están, quedan sus restos que intentaron hacer desaparecer los nazis en su huída, junto al final de las vías del tren, pera no perder tiempo, para no tener ni siquiera que gastar agua o alimento en esas personas. Bajaban del tren y eran llevados a las cámaras de gas, diciéndoles que eran unas duchas, para evidentemente no salir de allí. Y como la inmundicia de la condición humana no tiene límites, aún quedaba que los cadáveres fueran rapados para quedarse con su pelo para hacer telas y se les quitara hasta los dientes de oro. Todo era aprovechable. Una de las imágenes que quedarán grabadas en mi memoria es la sala de Auschwitz donde se guardan casi 2000 kilos de pelo humano que se encontró en el campo tras la liberación por parte del Ejército Rojo. Los análisis han encontrado trazas de gas, era pelo de gente asesinada en las cámaras de gas. Estar en Auschwitz es una experiencia difícil, pero una experiencia que debería ser obligatorio para todos los miembros de la raza humana. Todos tenemos que ver y saber de qué han sido capaces seres humanos como nosotros para que esto no se repita nunca. NUNCA. Si tenéis hijos, hacerles un favor y traedlos. Y si no podéis contarles lo que pasó. Ellos son el futuro y no se puede repetir lo que pasó. NUNCA. Nuestros problemas, por muy graves que sean, son minucias comparado con lo que tuvieron que pasar los prisioneros de este campo. Descansen en paz las 1300000 (sí, millón) personas que fueron exterminadas aquí. NUNCA MÁS.

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