Anoche había comenzado el sueño. Estaba en Barajas preparado para empezar las 24 horas de viaje cuando ocurrió lo que no esperaba: el avión que tenía que trasladarme a Dubai estaba averiado. Así pasaron una, dos, tres y hasta cuatro horas hasta que lo arreglaron y comenzó el vuelo. Pero el tiempo de mi escala me lo había comido y cuando hemos llegado a Dubai mi vuelo había partido ya. Intentando solucionar el problema, Emirates me dice que me recolocaban, pero que sólo hay un vuelo diario, así que me tocaba esperar 24 horas en Dubai hasta coger el nuevo vuelo. Por supuesto Emirates me ponía un hotel, me pagaba las comidas y todo, pero yo iba a llegar a Melbourne un día más tarde. Aunque no hay mal que por bien no venga y así iba a conocer un poco Dubai.
Lo primero que llama la atención en este país es el calor infernal que hace. Sales a la calle y te cuesta respirar, notas cómo si te ahogaras de la mezcla de 40 grados y una humedad brutal porque estamos al lado del mar. Esta tarde he salido a intentar ver la ciudad, pero me he vuelto a la media hora porque era costoso hasta caminar con semejante bochorno. Creo que cuando venga a esta ciudad (que vendré) será en invierno. Para muestra del calor, un botón, la foto que os pongo es de una parada de autobús, ¡que son cabinas con aire acondicionado!
La foto está hecha con el móvil porque con la humedad y el calor no he conseguido que la lente de mi cámara de fotos no estuviera llena de vaho aunque lo limpiara. Y os aseguro que lo he intentado…
Pero este país me ha dejado cosas que me han llamado la atención. Por ejemplo: la cantidad enorme de gente que hay trabajando en todas partes. Para un trabajo en el que en España valdría con poner una persona, aquí tienen tres o cuatro personas. Para mostradores, limpieza, conserjería… Me imagino que tendrá que ver con el hecho de que el jeque garantiza un trabajo para todos los ciudadanos de los Emiratos (ojo, solo los que tienen la ciudadanía) y que hay que duplicar trabajos porque no hay suficientes.
Destaca mucho en la ciudad, en el aeropuerto, en todas partes, la opulencia, los símbolos de riqueza, cosas que estéticamente no quedan bien, pero que ponen para que tengamos claro que están podridos de dinero. Un país curioso, del que me he quedado con ganas de ver la isla artificial en forma de palmera que han hecho para los ricos, los grandes rascacielos (como el edificio–vela) o los vergeles artificiales que han creado. No está mal para un pueblo de pastores…
En fin, que no ha estado mal del todo esta escala inesperada en Dubai. Además, he añadido un sello inesperado a mi pasaporte. Algo es algo. Lo próximo, espero, desde Australia.
Del Marqués para el Gran Coala:
Joder! que no sabía que ya habías empezado a escribir, Caos me dio tu blog cuando le pregunté por ti.
Menos mal que al final ha salido bien, has empezado presagiando lo peor. Y puestos a que pase, mejor a la ida que a la vuelta.
Desde luego, curiosa la marquesina acondicionada, y por cierto para ser del teléfono ha quedado muy digna, jaja
Voy a seguir con la siguiente entrada