Al final he llegado a España tras un día larguísimo que ha durado 36 horas gracias al cambio horario. Al final, el primer tramo del viaje, las 16 horas entre Melbourne y Dubai, vía Kuala Lumpur lo hice en Bussiness y eso, eso es otro mundo. Ya lo primero es cuando te dan paso para la sala VIP, donde te pones hasta arriba de lo que quieras: comer, beber, leer, lo que sea menos putes y foie. Gratis, por supuesto. Luego entras en el avión y te encuentras con un asiento de alucinar, tal que así.
El asiento se empieza a mover con un motorcillo y lo empiezas a inclinar hasta que lo pones en posición horizontal si quieres. Vamos, lo conviertes en una cama.Tienes una televisión donde ver las pelis y el cine, lo mismo que en turista, pero con un tamaño de 21 pulgadas y unos auriculares que bloquean el ruido externo. Y por supuesto, siempre pendientes de ti, de lo que pides, de lo que deseas,… Te dan un neceser de flipar con todo lo que se te pueda ocurrir de aseo. Y sí, se duerme bien. Dormí cinco horas seguidas. ¡En un avión!
Luego, en la escala de hora y media en Kuala Lumpur otra vez a la sala VIP. Un no parar vamos. El último tramo del viaje, de Dubai a Madrid volví a la clase Turista, y ya no es lo mismo. Una vez que has probado la miel ya no te gusta la mantequilla.
El último tramo se ha hecho largo, pero ya estoy en España y ya tengo ganas de llegar a casa para descansar. Pero eso será mañana.