Alta: pinturas rupestres en el Círculo Polar

Hoy os voy a hablar de un sitio poco conocido. Es un pueblo del que nadie diría nada, sería tan solo un pueblo perdido en la ruta hacia el Cabo Norte en Noruega… si no tuviera la colección de pinturas rupestres más alucinantes de toda la Europa Septentrional. Se trata del pueblo de Alta.

Fiordo del Altafjord

El día que llegué fue uno de los más largos de mi viaje por el Círculo Polar. Por la mañana me había levantado en Rovaniemi (Finlandia) y para alcanzar Alta tuve que coger un autobús durante nueve horas hasta Tromso (Noruega), y de allí un vuelo hasta Alta. Quizás otro día hablaré del maravilloso viaje en autobús, con renos cruzando la carretera en la Laponia finlandesa o lagos helados en el interior de Noruega, pero hoy estamos con Alta.

Camino de Alta

Y os preguntareis, ¿por qué se te ocurrió parar en Alta? Pues las pinturas rupestres de Hjemmeluft, ni más ni menos. No recuerdo dónde, pero vi una imagen de ellas y decidí que no podía perdérmelas. Fijaros hasta que punto me obsesioné con ellas, que tuve que renunciar a llegar hasta el Cabo Norte solo para verlas ya que los días no me daban para las dos cosas. Así que aterricé en el pequeño aeropuerto de Alta sobre las 11 de la noche… aunque no lo parecía, porque el sol lucía como si fueran las cinco de la tarde. No me sorprendió porque no era mi primer día en el Círculo Polar, pero sí que era verdad que nunca lo había visto tan alto a estas horas. Sí que cogí la maleta y me fui andando al pueblo. ¿Andando? ¡Sí, porque el pueblo está a menos de media hora andando del aeropuerto! Me fui a la cama en mi Guesthouse porque pese al sol que entraba por las ventanas, llevaba más de doce horas de viaje y estaba muy cansado.

Alta

A la mañana siguiente me encontré con un clásico en aquel mes de Junio en en Norte: lluvia. Pero tenía una idea entre ceja y ceja y no la iba a perder. Las pinturas me esperaban. Así que comencé a andar por la carretera costera con mi paraguas hacia el museo. Una de las primeras cosas que descubrí es que Alta no tiene un centro del pueblo o una estructura como la podemos imaginar en España. El pueblo se trata más de distintos grupos de casas separados entre sí por zonas boscosas que se agrupan para llamarse Alta y que se distribuyen a lo largo de la orilla del fiordo de Altafjorden que da nombre al pueblo, pero que realizan su vida independientes unos de otros. La agrupación donde se sitúa le ayuntamiento tiene un banco y un pequeño centro comercial que parece el lugar donde se agrupa todo el ocio del pueblo. De todas maneras, mientras avanzo las cinco kilómetros que tengo desde mi alojamiento al Museo la lluvia arrecia junto con un fuerte viento y tengo que hacer malabarismos para que mi paraguas no salga volando y, además, poder sacar alguna foto.

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Museo de Alta

Pero al fondo ya veo el edificio del Museo y me animo un poco: por fin estoy dónde quería estar. El edificio es pequeñito y muy funcional, sin grandes arquitecturas. Una vez sacas tu entrada, en cada una de las alas hay un exposición en las que te cuentan, por una parte como eran los habitantes de la época en la que se hicieron las pinturas (entre el 4500 aC y el 800 aC) y cómo vivían, y por la otra la historia de la zona, la historia del poblamiento y las razones para que los humanos se establecieran aquí y sus corpus de creencias y mitos.

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Cazando sobre esquíes

Navegando…

Caza y pesca en el fiordo

Escenas de caza con lanzas, arcos,…

Traslado de ganado

Pero lo verdaderamente importante es lo que te encuentras en el espacio entre el edificio del museo y la playa: el grupo de pinturas de Jiepmaluokta, dónde hay más de 3000 representaciones de animales, hombres, armas y transportes de la época, en diferentes grupos de pinturas sobre las rocas, y que vas recorriendo por un camino guiado mientras te vas acercando a las aguas del Mar del Norte. Pese a la intensa lluvia que no paraba de martillearme, no puedo más que quedar obnubilado ante la espectacular calidad de todas y cada una de las pinturas, de un intenso tono naranja que no hace más que resaltarse gracias (esta vez sí) a la lluvia que no para de caer. Llega un momento en que ni siquiera el espectacular fiordo es capaz de robar tu atención ante todas las pinturas que se despliegan delante de uno.

Hembras de reno embarazadas

Escenas de navegación

Escenas de caza

Cercas de ganadería

Cuando llegas a la orilla del mar, y pese a que sigue lloviendo sin parar,te da mucha pena de que se haya acabado y te dan ganas de volver a repetir el camino, de cuando vuelves al edificio del Museo volver a comenzar la ruta y volver a extasiarte ante el arte de nuestros antepasados. Pero era más allá del ahora de comer y decidí ir al teórico centro del pueblo a ver si encontraba algún sitio donde comer, aunque fuera en el centro comercial.

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Ya no hay más pinturas 😦

Por la tarde ( y el concepto de tarde es etéreo cuando no se pone el Sol) decidió parar de llover (ya podría haberlo hecho por la mañana) y me dediqué a andar por la orilla del fiordo, a contemplar el Sol que no tenía la más mínima intención de acercarse a la línea del horizonte y a disfrutar de las maravillosas vistas mientras leía un libro o simplemente pensaba en si sería un lugar dónde acabar la vida (todavía no había estado en las Lofoten y me planteaba ese tipo de cosas en cualquier lugar, pero eso es otra historia). A la vuelta a la Guesthouse estuve hora y media hablando con la dueña y estuvimos comparando las distintas temperaturas en las que sentimos que hace calor entre nuestros dos mundos y, sobre todo, me quedé con la reflexión de esta mujer que me decía que cuando nos parecía tan bonito el Sol de Medianoche, no nos planteábamos que en Invierno la situación era totalmente opuesta, y lo deprimente que era que durante dos meses no saliera el Sol en ningún momento. Me dijo que ella y su familia aprovechaban esa época para irse de vacaciones al Sur de Europa. Entendí un poco más porque en estas zonas tienen una de las tasas de suicidios y depresiones más altas del mundo…

Altafjord

Pese a que el Sol seguía allí arriba, el día moría, y al día siguiente tenía que coger un vuelo a las siete de la mañana para ir a las Islas Lofoten, así que le eché un último vistazo al Sol de Medianoche y me fui a la cama, soñando con pinturas naranjas…

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Sol de Medianoche

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Una respuesta a Alta: pinturas rupestres en el Círculo Polar

  1. yandrakovic dijo:

    ¿Alta se llama el pueblo? Muy originales, ¿no? xD

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