En el Sur de Francia, en la segunda mitad del Siglo XVII se decidió empezar a construir una de esas obras faraónicas que nos han legado nuestros antepasados para la eternidad: el Canal du Midi (o Canal del Mediodía). La idea inicial era unir mediante un canal las dos cosas francesas, al Atlántico con el Mediterráneo. Al final se quedó en un canal que une las poblaciones de Beziers(en el Mediterráneo) con Toulouse. Pese a eso, en Toulouse se une al río Garona que desemboca en el Atlántico, por lo que se puede decir que quedan unidas las dos orillas de Francia.
Hasta el Siglo XIX se utilizó para transportar mercancías, personas y el correo, hasta que el transporte fluvial fue decayendo en le siglo XX sustituido por otras formas más rápidas. Ahora se ha quedado en un canal navegable que dispone de un camino de sirga que es perfectamente ciclable. Se trata de un lugar de vacaciones donde muchos franceses y extranjeros van a alquilar barcos con los que navegarlo (gracias a las esclusas que salvan las diferencias de altura) y otros se dedican a coger una bicicleta y recorrerlo. Un año yo opté por la segunda opción, coger una bicicleta y rodar por parte del canal. Yo, concretamente, hice el camino desde Narbonne, un poco al sur del canal, hasta la mítica ciudad amurallada de Carcassonne, y vuelta de nuevo a Narbonne. Fue un viaje organizado a través de Bike Spain que se encargó de mi equipaje cada día y que me dio un Plan de Ruta que además del Canal incluía parte de los alrededores de los lugares que pasaba, para hacer la ruta (sobre todo la de vuelta) un poco más entretenida. Fue una semana de paseos por las orillas del Canal y por varios de los viñedos que acompañan la ruta, además de los estanques que separan Narbonne del mar y que tienen una riqueza natural espectacular.
No queda mucho más que decir, aparte de que fue una experiencia inolvidable, unos días donde la relajación llegó a su punto máximo mientras ciclaba o mientras me sentaba debajo de un árbol a la orilla del Canal para leer un buen libro a la sombra. Una experiencia que recomendaría a cualquiera al que le guste la bicicleta, porque el Canal du Midi es un pequeño oasis en medio de esta locura de mundo. Y, además, como premio, tienes la ciudad de Carcassonne, pero esta merece un post más largo y se lo dedicaré dentro de un tiempo.
Os dejo con fotos del viaje para que juzguéis por vosotros mismos…